PEÑA NIETO Y LOS DISTURBIOS EN CHALCO

El ex Presidente Carlos Salinas ha hecho de Chalco una bandera para tratar de mostrar su compromiso social, desde que gobernó el País y los medios se inundaban de la propaganda de “Solidaridad”.

Pues bien, Enrique Peña Nieto, quien hasta hace poco daba señales de tener una especie de “alianza” con el ex Mandatario rumbo a la carrera presidencial del 2012, parece haber roto la esperanza de un matrimonio perdurable entre los habitantes de Chalco y un eventual “Salinato”.

La violencia desatada esta semana entre policías del Estado de México (gobernado por Peña Nieto) y habitantes de esta zona recordó de inmediato los antecedentes de “maltrato” y “abuso” que tiene la Policía de Peña Nieto con el caso de Atenco.

En este caso, no obstante, la demanda de la gente de Chalco era simplemente recibir la ayuda que el propio Gobernador les había prometido (cuando tras la inundación de la zona por las fuertes lluvias de hace unos días, Peña y el Presidente Calderón se mostraron en los medios “muy atentos” a la situación).

Tras el incidente en Chalco, Peña Nieto afirmó (de forma demasiado ambigua para una acusación tan seria) que éste se había debido a “agitadores sociales” entre la gente.

Interesantemente (sin que eso justifique la violencia de la Policía) parece que en este tema, el Gobernador podría tener la razón.

Es de hecho La Jornada, periódico de izquierda y sumamente crítico de Peña Nieto, quien en su nota sobre los hechos afirma en uno de sus párrafos:

“Quien prendió la mecha fue Jesús Fernández Arragán, dirigente del Frente Nacional Ciudadano Emiliano Zapata. El también ex regidor del Partido del Trabajo y damnificado, incitó a utilizar dos camionetas para romper la valla de policías que resguardaba los carriles centrales de la autopista.”

Son muy lamentables las provocaciones a la autoridad, porque sólo generan más violencia. Como también son lamentables los abusos y maltratos impunes que la autoridad comete con frecuencia. Debemos estar pendientes de ambos.

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MAURICIO FERNÁNDEZ, EL ALCALDE “RUDO” Y CALDERÓN, EL PRESIDENTE SILENTE

Quizás el Secretario de Gobernación, Fernando Gómez Mont, ha estado muy distraído buscando si lo ratificaba o no el Presidente Calderón, quien a su vez tal vez estaba muy ocupado en la playa buscando ser buen anfitrión de la Cumbre de Presidentes en la Rivera Maya.

Esa podría ser una explicación a porqué parece haberles pasado inadavertidas las declaraciones del Alcalde panista de San Pedro Garza García, Nuevo León, (el municipio más rico del país), Mauricio Fernández.

Otra, claro, podría ser la presunta cercanía del Presidente Calderón con la hermana de Fernández, quien habría “pasado la charola” entre los panistas para apoyar la campaña presidencial de Calderón, según dijo Tatiana Clouthier en entrevista reciente con el reportero Diego Osorno,

El punto es que las recientes declaraciones de Fernández, que han seguido causando el levantamiento de más de una ceja al escucharlas, están directamente relacionadas con el asunto por el cual el encargado del despacho de Gobernación de todo el país lo reprendió públicamente en noviembre pasado.

“Que quede muy claro, el estado mexicano en sus distintos niveles de competencia no puede actuar por encima o en contra de la ley, quien así lo hace, haciéndole daño a los demás, es un delincuente, y no se puede aceptar que con delincuencia se abata la delincuencia” sentenció Gómez Mont entonces.

Todo esto porque Fernández había admitido que el “Grupo Rudo de limpieza” de la delincuencia que operaría en su municipio iba a actuar al margen de la Ley.

Pues bien, el “Grupo Rudo” está en plenas funciones según el Alcalde, y al parecer lo hace con gran éxito en el “convencimiento” de criminales y narcotraficantes para que no operen en la zona gobernada por él.

Así lo expresó Fernández la semana pasada por ejemplo:

"..ha habido un grupo de La Familia michoacana, un grupo Zeta y un grupo de Guadalajara que no tenemos bien identificado, además de la célula del Chapo, que se están reorganizando algunos de los Beltrán (Leyva), está bastante revueltito, de todo nos ha caído…”

tenemos mecanismos para detectarlos rapidísimo, los aborda el equipo rudo y los convence y listo"

Después, esta semana declaró que los comercios que daban pagos a criminales que los extorsionaban en el municipio ya se han librado de eso, aunque ahora algunos le dan dinero a él, de manera voluntaria según dijo, para que su “grupo rudo” los proteja a su vez de esos criminales.

"De los que eran extorsionados, como el 20 por ciento nos ayuda, el otro 80 por ciento no… para grupo rudo es gente que nos ayuda voluntariamente, fundamentalmente en efectivo, no a través de cuentas” afirmó Fernández a la prensa.

Ante esta situación vale decir: si es legal el “Grupo rudo” de Fernández, pues que comparta el modelo y los efectivos métodos de “convencimiento” que usa para que se aplique en el Gobierno Federal y otras parte del país, porque claro que hace falta.

Ahora que si no es legal (¿o bajo que ley se regula?) también vale la pena preguntar: ¿Y por qué el Gobierno Federal no dice nada? ¿Lo alienta, lo apoya, evade el tema?

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LOS DILEMAS DE LA “GUERRA” VS. EL NARCOTRÁFICO

 

traffic “Si hay una lucha contra las drogas, entonces varios de nuestros propios familiares son el enemigo. Y yo no sé cómo librar una guerra contra tu propia familia” sentenció el Zar Antidrogas estadounidense renunciando a su cargo en vivo frente a toda la prensa.

Lo anterior es parte de la desgarradora película Traffic (Tráfico), cuyo realismo en su visión sobre el narcotráfico en México y Estados Unidos le valió en el 2000 numerosas nominaciones al Oscar, incluyendo Mejor Película y Mejor Dirección, premio que a la postre ganó.

En la vida real, la crudeza de esta lucha es igual de desgarradora pero las implicaciones no son premios, sino el costo de muchas vidas.

Tal como en dicha cinta, sin embargo, tal parece que el Presidente Felipe Calderón y el Gobierno Mexicano no han comprendido quién es el verdadero enemigo en esta lucha contra el narcotráfico.

ninometralleta Y si el Presidente Calderón y el Gobierno no entienden que la verdadera guerra es contra una cultura de la ilegalidad, el crimen y la violencia que es parte de la misma sociedad, y no sólo contra los sicarios armados de los carteles, estarán condenados a perder la guerra y dañar más al país.

Lo anterior viene a colación porque el Presidente y su Gobierno, con tal de respaldar al Ejército y su lucha contra el crimen organizado (la cual pareciera haber sido usada también para ganar legitimidad en el poder), han utilizado una estrategia claramente contradictoria: exaltar la violencia y el armamento de las propias Fuerzas Armadas.

Un claro ejemplo es la indignante situación que pudimos a través de las diversas fotografías publicadas el fin de semana en la prensa nacional, en la cuales se mostraba a niños de primaria jugar con metralletas, bazukas, balas y cascos militares como si fueran “Barbies” o patinetas.

En efecto, en el marco del Día del Ejército, a alguien en el Gobierno se le ocurrió al parecer hacerle Relaciones Públicas a esta institución invitando a grupos de niños a visitar el cuartel de la II Zona Militar en Tijuana como si se tratara de una excursión a una fábrica de “Gansitos” o cuadernos “Scribe”.

ninometralleta2 Lo paradójico es que precisamente ese viernes, el Secretario de Defensa Nacional, Guillermo Galván, advirtió: “(si) se alarga en exceso el trayecto de la confrontación, no sólo se incrementará el número de víctimas inocentes, también se causará un daño adicional a la población, porque podría terminar habituándose a la cultura de la violencia y ésta genera distorsión a las percepciones colectivas”.

Es decir, el propio Ejército ve un riesgo de que debido a la lucha contra el narcotráfico la población podría habituarse a la “cultura de la violencia” y sin embargo ¿invita a niños de primaria a que jueguen a ser “soldaditos” con ametralladoras reales?

¿A nadie en el Gobierno se le ocurrió que esos niños, quizás sí crezcan con cierta admiración hacia el Ejército, pero que tal vez quieran también “seguir jugando” con esas armas y que seguramente las conseguirán más fácilmente (aún las de “uso exclusivo del Ejército”) en la calle, en los propios carteles que el Gobierno combate?

Otro ejemplo de esta clara contradicción son las polémicas imágenes del cuerpo del presunto narcotraficante Arturo Beltrán Leyva que se difundieron luego de que el Gobierno informara de su muerte.

Las fotografías mostraban el cuerpo semidesnudo con billetes encima, pareciendo que se quería dar un mensaje del estilo “el crimen no paga”, “así le va a los que delinquen”, como si más bien la muerte se hubiera dado en una balacera con un cartel enemigo y no con miembros del propio Gobierno.

Aunque el Gobierno Federal trató de deslindarse y “echarle la bolita” de dichas imágenes al personal forense del Gobierno de Morelos, es lógicamente muy poco probable que unas fotografías así pudieran tomarse y difundirse de la manera en qué lo fueron sin una autorización oficial.

El punto es que, con intención o sin ella, es evidente que dichas imágenes exaltaban aún más la violencia que supuestamente el propio Gobierno combate, condena y critica, por ejemplo, cuando se publican fotos de otros ejecutados en las páginas de los diarios.

En todo caso, si el Gobierno está tratando de hacer Relaciones Públicas y una defensa de la batalla militarizada contra el narcotráfico, tendrían que comenzar por preocuparse por otros detalles que impactan en la credibilidad de su mensaje.

Y en que en este terreno de la percepción y la “lucha mediática” por convencer a la población que está haciendo lo correcto, el Gobierno también tiene un importante problema de confianza y credibilidad que debería de atender.

portadaproceso Éste quedó evidenciado, por ejemplo, con la portada que el semanario político Proceso, el más influyente del País, publicó la semana pasada. Con una foto del “Chapo Guzmán” y el titular “Intocable”, la revista daba lugar a un reportaje que señalaba la percepción de que poco ha hecho el Gobierno para combatir a este presunto delincuente y su grupo.

Hechos que tampoco ayudan en nada a esta percepción oficial, es que inclusive miembros del propio partido en el poder, como el panista César Jáuregui que busca la alcaldía de Ciudad Juárez, Chihuahua, denuncien públicamente (como lo hizo en una carta en diciembre a Manuel Espino o en días pasados a la prensa) que personal de la propia PGR sí protege al “Chapo”.

Tampoco ayuda a la credibilidad que, justo antes de un proceso electoral importante, en Michoacán se haya capturado a varios políticos por presuntos nexos con el narco, para meses después liberarlos porque no pudieron comprobar su responsabilidad.

Todo esto, mientras otros gobernantes también del mismo partido en el Gobierno, como el Alcalde de San Pedro, Nuevo León, Mauricio Fernández, escandalizan al País con sus declaraciones sobre su “visión” del narcotráfico, sin que haya mayores repercusiones.

Fernández tuvo notoriedad el año pasado cuando unos audios de su campaña donde decía que los Beltrán Leyva estaban de acuerdo con su plan de seguridad municipal se filtraron a la prensa. Después, al tomar posesión, sorprendió al anunciar la “ejecución” de un secuestrador, horas antes de que apareciera su cuerpo en el DF, precisamente con el sello del “Jefe de Jefes”, el apodo de Beltrán Leyva.

El Gobierno Federal reaccionó a este hecho tarde y sólo con declaraciones que enfatizaban que no debía de haber nadie fuera de la Ley (único ángulo del discurso de Fernández que comentaron). Días después, fue también unas horas a comparecer como testigo a la PGR y el asunto al parecer se cerró.

No digo, desde luego, que estos hechos representen una complicidad del Gobierno en acciones ilícitas. Pero sin duda, en el terreno de la percepción pública son aspectos que restan, y que, tal como los escasísimos resultados públicos que se han dado en el sexenio en el combate al “lavado de dinero” (donde realmente le duele a los criminales), afectan la “credibilidad” del mensaje oficial.

portadauniversal Al final, yo coincido con el Presidente Calderón en algo: sacar súbitamente al Ejército de las calles y de la lucha contra el crimen organizado no solucionará el problema real de esta clase de delincuencia.

Sin embargo, para poder realmente avanzar en esta lucha, el Presidente y su Administración tendrían que preocuparse por luchar congruentemente vs. una “cultura de la violencia” en vez de promoverla.

Y si quieren ganar credibilidad y buena imagen, será mejor que comiencen a tomar acciones concretas en las áreas donde han dejado dudas.

Pero hacer a los niños “jugar a la guerra”, no es la solución, sino al contrario, pudiera fomentar más el problema.

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EL DESCARADO CINISMO DEL PRI Y EL JUEGO PELIGROSO DE CALDERÓN

El caso Gómez Mont está resultando muy útil para conocer a nuestros políticos mexicanos en el poder.

La renuncia del Secretario de Gobernación al Partido Acción Nacional ha escandalizado y ocupado buena parte de la atención de la clase política y los medios, aunque quién sabe si para la ciudadanía en general sea un tema de tanta relevancia.

Al final, el Secretario de Gobernación es parte del Gabinete del Presidente y es a él a quien debe preocuparle si le es efectivo o no. No obstante, hay un ángulo de este tema que nos atañe directamente a todos: las intenciones de los partidos.

El PRI, cínicamente, acaba de admitir ayer que sí había negociado con Gómez Mont y el Gobierno Federal el aprobarnos más impuestos a los mexicanos a cambio de que el PAN no tuviera alianzas electorales con el PRD en las elecciones estatales de este año.

El PRI es cínico porque se la han pasado diciendo que son un nuevo PRI y que responden a los intereses de los ciudadanos.

Pues bien: es un hecho que los diputados priístas no están respondiendo a los intereses de sus electores, sino están al servicio de los más oscuros intereses de sus Gobernadores feudales que tratan de impedir a toda costa la libertad en sus estados.

Para eso gastaron millones en campañas y prometieron miles de cosas a los ciudadanos, para después, burlarse de ellos y más bien pactar “en lo oscurito” (sino fuera por el escándalo Gómez Mont, no lo hubieran admitido) con base en intereses antidemocráticos de sus verdaderos “jefes”.

Y no es que no lo supiéramos o no sospecháramos de los verdaderos intereses que entran en juego en las “negociaciones” legislativas. ¡Es que asombra el descarado cinismo del PRI en admitirlo y que no pase nada!

Desde luego, otro interés que hemos visto es el del Presidente Calderón.

Hemos sostenido en Impresión Política que parece que el Presidente (como todos los partidos) ya está más preocupado por el 2012 que por la aprobación de sus propias iniciativas de reformas legislativas, y que estas son más bien sólo para aparentar o ganar puntos en imagen.

Pues bien, en efecto, el caso Gómez Mont nos demuestra que el Presidente Calderón no está tan interesado en la aprobación de nuevas leyes como en ganar elecciones.

La estrategia de Calderón y el PRD es muy lógica (y es de sobrevivencia): si no se ganan varios estados en este 2010, será muy difiícil pelearle al PRI la Presidencia en el 2012, porque es un hecho que la “operación” de los Gobernadores en sus entidades sigue siendo fundamental para las “elecciones”.

Es claro, además, que si el Gobierno y el PAN obtienen más posiciones, quizás hasta tengan un poco más de fuerza para negociar en el Congreso.

No obstante, habrá que tener cuidado, ya que también hay un riesgo en que el Presidente insista en ser el conductor de la estrategia electoral de su partido, mezclando demasiado el Gobierno con las campañas.

Esa película ya la vimos con Vicente Fox: inició mal con el desafuero y terminó peor con un proceso electoral sumamente desaseado, que hasta la fecha hace que la legitimidad (que no la legalidad) de los resultados electorales del 2006 haya quedado en entredicho.

El riesgo para el país es que quizás Calderón querrá seguir con la estrategia “hayga sido como hayga sido” pensando que es la única manera de derrotar al cínico y antidemocrático PRI.

Y en medio de cínicos, partidos antidemocráticos y gobernantes imprudentes, queda la Ley y los ciudadanos. Preocupante.

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LA CONSTITUCIÓN MEXICANA, NUESTRO DOGMA DE ILUSIONES

constitucion “En cumplimiento al… artículo 128 de la Constitución legítima de 1857, mismo que quedó en suspenso por la rebelión militar de 1876 encabezada por… Porfirio Díaz… se manda restablecer la observancia de la Constitución de 5 de febrero de 1857...”

Lo anterior no es un texto de un documento del siglo XIX, sino del XXI, de apenas hace unos días en enero del 2010.

Es, de hecho, parte del texto de una Declaratoria que reestablecería la vigencia de la Carta Magna de 1857, en lo que una nueva Asamblea Civil Constituyente integrada por ciudadanos redacta una nueva Constitución, debido a que, según su autor, la de 1917, que acaba de cumplir 93 años el pasado viernes, es ilegítima.

El golpe militar de 1876-1910 o la revolución de 1910-1917, no son medios legales para asumir los poderes del Estado, en consecuencia una autoridad que es ilegal, no es autoridad y por tantos sus actos son ineficaces y nulos”, se explica, al tiempo que se invita al lector a sumarse como un “LEGISLADOR CIUDADANO”.

El autor de estos textos es un abogado mexicano de nombre José Alfredo Loredo, quien desde San Luis Potosí ha impulsado la idea con un par de blogs y artículos en la Red, afirmando que el sistema democrático y de partidos no le ha servido a México.

Pero Loredo no está sólo. El luchador social y ex Diputado federal también de izquierda, Mario Rojas Alba, ha encabezado desde Cuernavaca un movimiento para una nueva Constitución a partir de un proyecto que publicó hace casi 10 años, y ahora desde otro blog que funciona, según se explica ahí mismo, como una Asamblea Constituyente.

La Asamblea Constituyente sesiona de manera permanente en este mismo foro (blog) todos los días; la primera Asamblea Nacional presencial, se realizará el 20 de noviembre, del 2009”, se puede leer en una entrada de febrero del año pasado en el blog “Congreso Constituyente de Legisladores Ciudadanos para una nueva Constitución Mexicana”.

nuevaconstitucion Así, mientras los políticos juegan a reformarla y enmendarla para “ganar posiciones” ideológicas y políticas en ella, otros ciudadanos piensan incluso en cambiarla por completo y hasta mandar a volar el sistema político actual. Sin embargo, el objeto del deseo es el mismo: la Constitución.

Y sí, unos quieren sustituirla, pero la verdad es que aun vigente en teoría, muchas veces sólo queda en “letra muerta” por los políticos y autoridades que se la pasan nombrándola pero son los primeros en incumplirla o en llenarla de “parches” según las tendencias sexenales.

Al respecto, el Coordinador de Derecho Constitucional del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM, Miguel Carbonell, escribió este sábado en El Universal:

“Tenemos la Constitución más anticuada y más reformada de América Latina. Desde el sexenio de De la Madrid se han modificado 287 artículos (muchos han sido alterados más de una vez; por eso es que el número es superior al total de artículos). Desde 1982 se han publicado 90 decretos de reforma, es decir, una casi cada cuatro meses durante 28 años seguidos. En los tres años de Calderón como Presidente se han publicado 21 decretos de reforma, es decir uno cada 51 días.

Lo que hoy día sea la Constitución nadie lo sabe.”

Aun así, como si el texto siguiera teniendo coherencia y se respetara al pie de la letra, todo el mundo quiere que la Constitución diga algo de sus intereses particulares y se amparan en ella para justificar los mismos.

Así, por ejemplo, hemos visto en estos días que Diputados impulsaban en Comisiones una nueva reforma a la Constitución para que el Artículo 40 establezca que el Estado mexicano es laico.

Esta sería una acción plausible, si no supiéramos que obedece más otra vez a un pleito político coyuntural de “izquierdistas” vs. “derechistas”, en donde ambos han actuado impositivamente “mayoriteando” en los congresos que dominan, imponiendo leyes con sus respectivos criterios morales, llevándose a la Política y a los ciudadanos entre las patas.

Pero sí parte de la “izquierda” quiere dejarle en la Constitución un “recuerdito” al Gobierno panista, éste no se queda atrás y también vimos al Presidente Calderón tratar de usar forzadamente a la misma para criticar a las leyes que le son incómodas como el matrimonio entre homosexuales en el DF.

Total, que todo el mundo la “usa” y quiere dejarle su sello a la Carta Magna, aunque luego pocos la cumplan. “Bueno”, dirán los abogados, es que ahí está el criterio legal para todas las demás leyes.

Pues claro, en el fondo, laico o no, el “dogma” de nuestro país pareciera ser la Constitución. Sí lo dice ella, tienes razón, si no, estás mal. Con ella, se defiende un tema y con ella misma se ataca.

Y es que si la Constitución es el “texto sagrado” que todos “alaban” pero nadie cumple, los magistrados de la Suprema Corte son ahora aquellos “sacerdotes” quienes como codiciados “oráculos” son los únicos facultados para decirnos si en sus letras, haya algún soporte para justificar nuestro pleito político de moda o no.

Lo curioso es que se supone que la Constitución no es más que la voluntad del pueblo soberano que quedó plasmada allí. Es un “libro sagrado” ¡que nosotros mismos hicimos! Aunque quizás por eso, nos conformamos con que la “voluntad” se quede escrita ahí y ya.

Muchas veces nuestra Constitución parece más un libro de buenos deseos y buenos propósitos, un enlistado de ilusiones: que está prohibida toda discriminación, que todos tenemos derecho a la educación de preescolar a secundaria, que tenemos derecho a la protección de la salud, a disfrutar de una vivienda digna y decorosa, etc.

Y no minimizo los avances en los diversos reconocimientos de derechos que se nos han hecho a los mexicanos en la Carta Magna, pero quizás a veces valga la pena pensar más en cómo cumplirlos y exigir su implementación que en sólo enlistarlos.

Quizás hace falta una nueva Constitución, como dicen algunos. No lo sé. Quizás hace falta seguirla reformando para adaptarla a la nueva realidad nacional. Quizás, lo único que haca falta es cumplirla.

Por lo pronto, los políticos siguen peleándose por modificarla o ganar en su interpretación y el movimiento de un nuevo constituyente civil mencionado al principio parece haber adquirido un nuevo talante según se ve: ha dejado de ser tan “ciudadano” para comenzar a ser aprovechado por “viejos lobos de mar” o mejor dicho “de la política y los sindicatos.

En la reunión de este viernes 5 de febrero en el simbólico Cerro de las Campanas en Querétaro donde se discutiría “La Ruta para la Construcción del Congreso Social hacia un Nuevo Constituyente” los que más acapararon la atención pública fueron Martín Esparza y Francisco Hernández Juárez, líderes del Sindicato de Electricistas y Telefonistas, respectivamente.

En fin. La Constitución parece ser esa joven que todos desean, pero que todos querrán usar a su conveniencia, cambiarla a su modo, y todo para luego terminar siéndole infiel.

Claro, a diferencia de una “pareja” real, ella no se puede quejar… pero que si hablara…

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LA “POLÍTICA REALITY SHOW”

Carlos Salinas se equivocó: no se trata de la “política ficción”, sino de la “política reality show”, la “política farándula”.

Ahora, más que nunca, en la era de los “reality shows”, ser político no parece tener nada que ver con ser un servidor público eficiente sino más bien con ser una figura popular entre las masas.

Qué importa conocer las leyes y respetarlas, qué importa dar resultados, cuando lo que verdaderamente cuenta es retratar bien ante la cámara, salir en las revistas de sociales o ser lo más visto en Youtube.

Quizás siguiendo el ejemplo de varias figuras de la “farándula” cuyos escándalos saturan nuestras pantallas y diarios para seguir la máxima de “no importa que hablen de ti, el chiste es que hablen”, un parte de la clase política mexicana ha comenzado a seguir el ejemplo de que lo que más vale es el “rating”, no la “calidad” del trabajo.

Eso debe pensar al menos el Alcalde panista de San Pedro Garza García, Nuevo León, Mauricio Fernández, que tras escandalizar al país hace unas semanas por anunciar el asesinato de un secuestrador incluso antes de que, en efecto, se encontrara el cadáver, ahora afirmó que está interesado en buscar la Presidencia del país en el 2012.

Lo más interesante es el argumento que Fernández utiliza para expresar que podría ser un candidato a la máxima responsabilidad política del país: simple y sencillamente, la “notoriedad”.

“Sé que en buscadores de internet como Google o Yahoo traigo como siete millones de búsquedas, y por decirte, sé que López Obrador trae dos millones y pico, que Peña Nieto dos millones y pico, y Juanito otro tanto, Beatriz Paredes otro tanto” (Milenio Diario, 30 de enero), afirmó Fernández sobre su supuesta popularidad en la Red.

Otro ejemplo y también de esta semana es el del Diputado Federal del PRD, Ariel Gómez, quien se hizo también famoso a nivel nacional por hacer declaraciones racistas en el programa de radio que, por alguna razón alguien, le dio en su estado, Chiapas.

Recriminado de inmediato por sus propios compañeros de emisión sobre lo que pensaría la audiencia luego de que realizara comentarios de mal gusto contra los damnificados del temblor del Haití, el legislador se rió y dejó en claro su estrategia:

“Les digo una cosa: a mí me vale que no me quieran algunos, pero yo no quiero que me quieran, yo quiero que me oigan, el negocio de esta radio no es que me quieran, es que me escuchen y si eso es le causó “encabronamiento”, me vale guango” (Reforma, 29 de enero).

Y así. Eso parece ser todo hoy en la política: ser conocido, estar en los medios, que la gente conozca tu nombre. Punto.

Eso debe haber pensado Juanito, ese personaje de la política que nos endilgó Andrés Manuel López Obrador, cuando, como Mauricio Fernández en el Municipio más rico del país, pensó, pero desde la Delegación más pobre del Distrito Federal, que su creciente notoriedad le podría llevar también a Los Pinos.

“Yo voy a competir en 2012 y que gane el mejor. Andrés Manuel ahora sí no se la va a creer, lo puede checar en todos los medios, en todos los periódicos, en todas las televisoras, incluso a nivel nacional, mi popularidad está creciendo” (La Razón, 25 de agosto), afirmaba el activista del PT en su momento de mayor “rating”.

“Es que salgo mucho en la tele” parecía pensar Rafael Acosta (el hombre detrás del personaje de Juanito). Y tal vez algo muy similar debe haber pensado alguien del Partido Social Demócrata cuando en las elecciones pasadas ese partido quiso hacer de Silvia Irabien, “La chiva” una candidata a Diputada.

Y no es que Irabien no tenga derecho, como cualquier mexicana o mexicano, a ser candidata de elección popular, es que sus habilidades o conocimientos para el servicio público, si es que los tiene, son virtualmente desconocidos a nivel masivo.

En contraste, lo que se conoce de ella en la opinión pública es que se besa en revistas con otras mujeres de la farándula, que apareció en el reality show de Televisa “Big Brother”, y claro, ahora, que es el papá de su hija es el hombre que intentó asesinar al futbolista Salvador Cabañas.

Pero bueno. Es que, hay que decirlo, los televidentes, ejem, perdón, los ciudadanos, también tenemos la culpa de esta situación por estar acostumbrados a esa relación paternalista de la televisión y los medios con su público en donde todo lo que nos den, nos lo “comemos”, sin preguntar o criticar.

La tendencia en la televisión moderna occidental son precisamente los “reality shows”, definidos como los programas en donde supuestamente se muestra a “personas reales” en contraposición con las clásicas emisiones de ficción donde se ve lo que ocurre lógicamente a “personajes ficticios”.

Es decir, la televisión de hoy se basa en ver las aventuras, desgracias, errores, vergüenzas de otros seres humanos como nosotros.

Los protagonistas más exitosos de los reality shows son frecuentemente lo más llamativos, los más notorios, sin importar si son los mejores.

Y sin embargo, esas personas, cuya “realidad” todos conocemos, salen del foro de televisión y se hacen “personalidades” instantáneas.

A diferencia de los “artistas” de antes, que eran reconocidos por su talento para el canto, la actuación o alguna habilidad estética, la fama moderna consiste en ser famoso únicamente por aparecer. “Esa persona es famosa porque es importante, y es famosa porque es importante”. Así, tal cual.

Quizás, por esa facilidad, Televisa parece haber decidido crear su propio “reality show” para llevar a la Presidencia a su propio candidato: el Gobernador Enrique Peña Nieto, a quien, muy probablemente, pronto veremos casarse con su coprotagonista “La Gaviota”, faltaba más.

Claro, la historia de Peña Nieto que nos quieren vender parece más telenovela (es lógicamente el sello de la casa productora) pero al final, sigue siendo un “reality show”.

Como televidentes, vale la pena recordar que la mayoría de los “reality shows” son al final un engaño, y no son tan “reales” como dicen, sino más bien siguen también un guión preparado para ganar “rating” y en donde invariablemente quienes más ganan son los “creadores detrás de cámaras”.

Y como ciudadanos también vale la pena recordar que los servidores públicos están para eso, para servirnos ellos a nosotros y que debemos elegir al mejor. Debemos recordar que a un artista le pedimos autógrafos, de un cirquero nos asombramos, de un patiño nos reímos: pero a un gobernante, le exigimos cuentas. Y son cosas, muy, muy distintas.

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